¿Cuántas veces nos hemos sentido ... abandonados por Dios? ¿Cuántas veces sentimos que nos hemos enojado con él, por las penurias que pasamos? ¿Cuántos hemos creído que en un momento determinado hemos batallados solos y que Dios se ha alejado de nosotros?
¿Cuántas veces hemos orado con todo nuestro corazón, con toda nuestra Fe, con lágrimas en los ojos, clamándole a Dios, para que haga un milagro en las personas que más hemos querido en este mundo, nuestros padres y nuestros hijos; y Dios no quiso concedernos “ese milagro”?
¿Cuántos hemos leído la trágica historia de Job? Un varón perfecto a los ojos de Dios, y sin embargo a Satanás le permitió hacer todo lo que quiso con él, menos quitarle la vida. ¿Cuántos no hemos logrado comprender la forma extraña con la cual a veces actúa Dios con los seres humanos? “Porque ¿quién entendió la mente del Señor? ¿O quién fue su consejero? Romanos 11:34
El Apóstol Pablo dice en Romanos 8:28: “Y sabemos que a los que aman a Dios, TODAS LAS COSAS LES AYUDAN A BIEN, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados”. Si tratamos de interpretar o entender estas palabras del Apóstol, tendríamos que llegar a la conclusión de aceptar que “las penurias” por las cuales pasamos SON PARA NUESTRO BIEN, según “el propósito” de Dios.-
Para ilustrar un poco mejor nuestro enlace, es la siguiente anécdota: Un hombre que transitaba por un camino, se lamentaba de todas “las penurias” que pasaba y le reclamaba a Dios, por las cosas que le sucedían y que no lograba comprender. Su mamá acababa de morir víctima de un cáncer terminal y por más que le suplicó al Señor que la sanara, se murió. Muchos años atrás había sucedido exactamente lo mismo con su padre.-
Mientras caminaba iba pensando que Dios realmente nunca había estado a su lado, que siempre había caminado solo, y por eso le habían pasado y le seguían pasando tantas cosas “negativas” en su vida. Mientras pensaba y hablaba estas cosas, una persona se le acercó y le preguntó: ¿por qué te quejas tanto?
-El, un poco sorprendido por la pregunta le dijo: ¿Y tú, quién eres? El extraño le respondió: Yo soy un "ángel" enviado por el Altísimo y para acompañarte en tu camino. El Salmo 91:11 dice: "Pues a sus ángeles mandará acerca de ti para que te guarden en todos tus caminos".
Los ángeles son invisibles y no los podemos ver. Hay muchísimos textos en la Biblia, donde podemos ver a los ángeles acampando alrededor nuestro y defendiéndonos;....
El "ángel continuó diciéndole: Debido a tus quejas, el Señor Todopoderoso me ha ordenado que me haga visible para que tú puedas constatar que El siempre ha estado contigo, aunque no lo puedas ver. Al final de este camino volveré a mi forma original, mientras tanto te acompañaré en el resto del trayecto.-
No habían caminado cien metros cuando el personaje de nuestra historia le dijo al “ángel” que lo acompañaba: ¡Tengo sed! Entonces fue a la primera casa cercana y le pidió al dueño un vaso de agua.
Cuando se disponía a beberlo el “ángel” de un manotazo se lo arrebató, tiró el vaso al suelo y lo agarró de la mano para forzarlo a huir de allí. Extrañado por la acción del “ángel”, le reclamó diciendo: Pero ¿qué has hecho? Sabes perfectamente que me moría de sed y has tirado el agua que ese señor me brindó.
El “ángel” le contestó: Tú no sabes, pero ese hombre te confundió con el peor de sus enemigos y le puso un veneno poderoso al agua y si no te la he arrebatado, te la hubieras tomado y habrías muerto irremediablemente.-
Un kilómetro más adelante en el transcurso del camino, el “ángel” repentinamente le dio una palmada o cachetada tan fuerte que lo derribó a tierra. Nuevamente sorprendido por tal acción le reclamó al “ángel” diciéndole” ¿Por qué me has pegado tan fuerte, si yo no te he hecho nada? El “ángel” le dijo: Es que tenías una tarántula venenosa mortal y estaba a punto de picarte en la Yugular [arteria del cuello] y no me quedó otra alternativa de matarla en esa forma. Y efectivamente en el suelo yacía muerta la peligrosa tarántula.-
Continuaron el camino juntos y al llegar a un gran precipicio junto al camino, vieron a un niño que se dirigía hacia el despeñadero y si alguien no lo detenía y le ayudaba, caería irremediablemente por el barranco y se despedazaría. El “ángel” corrió inmediatamente hacia el niño que ya estaba al borde del precipicio y justamente al alcanzarlo le dio una tremenda patada y le aligeró la muerte al caer en el precipicio.
Esta vez, el personaje de nuestra historia enojado de forma iracunda le reclamó violentamente al “ángel” diciéndole: ¿Qué clase de “ángel’ eres tú, que en vez de salvarle la vida a ese niño lo has lanzado al barranco para que muera? El “ángel” muy tranquilamente le respondió diciéndole: ¡Cálmate! Tú no sabes nada de la vida y te apresuras a decir cosas que no comprendes. Ese niño iba a ser el criminal más grande de la historia, un genocida y el Altísima me ordenó que se lo enviara, porque de los tales es el reino de los cielos.-
Algún día, cuando estemos frente a frente, cara a cara con Nuetro Dios Todopoderosos, se nos aclararán todas estas cosas. Así que…. a los que aman a Dios, TODAS LAS COSAS LES AYUDAN A BIEN, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados”. Romanos 8:28.-
¡LA PAZ DE CRISTO!
¿Cuántas veces hemos orado con todo nuestro corazón, con toda nuestra Fe, con lágrimas en los ojos, clamándole a Dios, para que haga un milagro en las personas que más hemos querido en este mundo, nuestros padres y nuestros hijos; y Dios no quiso concedernos “ese milagro”?
¿Cuántos hemos leído la trágica historia de Job? Un varón perfecto a los ojos de Dios, y sin embargo a Satanás le permitió hacer todo lo que quiso con él, menos quitarle la vida. ¿Cuántos no hemos logrado comprender la forma extraña con la cual a veces actúa Dios con los seres humanos? “Porque ¿quién entendió la mente del Señor? ¿O quién fue su consejero? Romanos 11:34
El Apóstol Pablo dice en Romanos 8:28: “Y sabemos que a los que aman a Dios, TODAS LAS COSAS LES AYUDAN A BIEN, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados”. Si tratamos de interpretar o entender estas palabras del Apóstol, tendríamos que llegar a la conclusión de aceptar que “las penurias” por las cuales pasamos SON PARA NUESTRO BIEN, según “el propósito” de Dios.-
Para ilustrar un poco mejor nuestro enlace, es la siguiente anécdota: Un hombre que transitaba por un camino, se lamentaba de todas “las penurias” que pasaba y le reclamaba a Dios, por las cosas que le sucedían y que no lograba comprender. Su mamá acababa de morir víctima de un cáncer terminal y por más que le suplicó al Señor que la sanara, se murió. Muchos años atrás había sucedido exactamente lo mismo con su padre.-
Mientras caminaba iba pensando que Dios realmente nunca había estado a su lado, que siempre había caminado solo, y por eso le habían pasado y le seguían pasando tantas cosas “negativas” en su vida. Mientras pensaba y hablaba estas cosas, una persona se le acercó y le preguntó: ¿por qué te quejas tanto?
-El, un poco sorprendido por la pregunta le dijo: ¿Y tú, quién eres? El extraño le respondió: Yo soy un "ángel" enviado por el Altísimo y para acompañarte en tu camino. El Salmo 91:11 dice: "Pues a sus ángeles mandará acerca de ti para que te guarden en todos tus caminos".
Los ángeles son invisibles y no los podemos ver. Hay muchísimos textos en la Biblia, donde podemos ver a los ángeles acampando alrededor nuestro y defendiéndonos;....
El "ángel continuó diciéndole: Debido a tus quejas, el Señor Todopoderoso me ha ordenado que me haga visible para que tú puedas constatar que El siempre ha estado contigo, aunque no lo puedas ver. Al final de este camino volveré a mi forma original, mientras tanto te acompañaré en el resto del trayecto.-
No habían caminado cien metros cuando el personaje de nuestra historia le dijo al “ángel” que lo acompañaba: ¡Tengo sed! Entonces fue a la primera casa cercana y le pidió al dueño un vaso de agua.
Cuando se disponía a beberlo el “ángel” de un manotazo se lo arrebató, tiró el vaso al suelo y lo agarró de la mano para forzarlo a huir de allí. Extrañado por la acción del “ángel”, le reclamó diciendo: Pero ¿qué has hecho? Sabes perfectamente que me moría de sed y has tirado el agua que ese señor me brindó.
El “ángel” le contestó: Tú no sabes, pero ese hombre te confundió con el peor de sus enemigos y le puso un veneno poderoso al agua y si no te la he arrebatado, te la hubieras tomado y habrías muerto irremediablemente.-
Un kilómetro más adelante en el transcurso del camino, el “ángel” repentinamente le dio una palmada o cachetada tan fuerte que lo derribó a tierra. Nuevamente sorprendido por tal acción le reclamó al “ángel” diciéndole” ¿Por qué me has pegado tan fuerte, si yo no te he hecho nada? El “ángel” le dijo: Es que tenías una tarántula venenosa mortal y estaba a punto de picarte en la Yugular [arteria del cuello] y no me quedó otra alternativa de matarla en esa forma. Y efectivamente en el suelo yacía muerta la peligrosa tarántula.-
Continuaron el camino juntos y al llegar a un gran precipicio junto al camino, vieron a un niño que se dirigía hacia el despeñadero y si alguien no lo detenía y le ayudaba, caería irremediablemente por el barranco y se despedazaría. El “ángel” corrió inmediatamente hacia el niño que ya estaba al borde del precipicio y justamente al alcanzarlo le dio una tremenda patada y le aligeró la muerte al caer en el precipicio.
Esta vez, el personaje de nuestra historia enojado de forma iracunda le reclamó violentamente al “ángel” diciéndole: ¿Qué clase de “ángel’ eres tú, que en vez de salvarle la vida a ese niño lo has lanzado al barranco para que muera? El “ángel” muy tranquilamente le respondió diciéndole: ¡Cálmate! Tú no sabes nada de la vida y te apresuras a decir cosas que no comprendes. Ese niño iba a ser el criminal más grande de la historia, un genocida y el Altísima me ordenó que se lo enviara, porque de los tales es el reino de los cielos.-
Algún día, cuando estemos frente a frente, cara a cara con Nuetro Dios Todopoderosos, se nos aclararán todas estas cosas. Así que…. a los que aman a Dios, TODAS LAS COSAS LES AYUDAN A BIEN, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados”. Romanos 8:28.-
¡LA PAZ DE CRISTO!
By Juan F. Roa
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