Hipócrita es una persona que aparenta tener cualidades o sentimientos
que en realidad no posee. Una persona que actúa fingiendo en público
tener ciertas ideas o ciertos sentimientos, pero opinando o sintiendo en
realidad otros distintos o contrarios.
Llamar hipócrita a alguien para desenmascararlo, es prácticamente una
forma ofensiva de enfrentarlo. Esta palabra fue muy usada por nuestro
Señor Jesucristo para señalar a los legalistas que no hacían las cosas
como Dios las había ordenado, sino bajo sus propias reglamentaciones.
Jesús se refirió entre otras cosas a la limosna (Mateo 6:2; en el ayuno (Mateo 6:16); y en el tema que hoy nos ocupa LA ORACION. (Mateo 16:5-15); entre otras.-
El Señor Jesucristo nos dice que “cuando oremos que no seamos como <LOS HIPOCRITAS>; porque ellos aman el orar en pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles, para ser vistos de los hombres; de cierto os digo que ya tienen su recompensa”.
Desafortunadamente este método de orar hipócritamente es el más ampliamente difundido dentro de las congregaciones. Por lo general, el que lleva en oración a la congregación, ora para impresionar al prójimo, con palabras bonitas y rebuscadas, para escuchar después los comentarios que lo tilden de espiritual, de una persona súper ungida.
Las personas que oran así en las congregaciones, en los aeropuertos, en las reuniones caseras, etc., según las palabras de nuestro Señor, no oran para ser OIDOS por los demás, sino PARA SER VISTOS por los demás. Una especie de “show” religioso donde se busca el aplauso y la admiración del respetable público.
La mayoría de los fracasos que experimentamos después que “supuestamente” hemos orado, provienen de la forma incorrecta en que oramos. Santiago afirma que no recibimos NADA porque pedimos MAL.
No estoy diciendo con esto, que no sea correcto orar en comunión con la congregación, sino que cuando oremos lo hagamos con un solo propósito, haciéndolo con la libertad que el Espíritu de Dios nos da y no atados al tiempo ni a las palabras que escuchamos a través de las bocinas.
Cuando la Iglesia entera ora unida, tiene que ser por un propósito en común, apartando las cosas personales, para las cuales siempre hay espacio y tiempo para exponérselas a Dios. Entre más sencillo sea nuestro lenguaje más agradaremos al Señor, aunque a los demás no les guste nuestra manera de orar SIN HIPOCRESIAS.-
¡SHALOM-BERAJOT!
Jesús se refirió entre otras cosas a la limosna (Mateo 6:2; en el ayuno (Mateo 6:16); y en el tema que hoy nos ocupa LA ORACION. (Mateo 16:5-15); entre otras.-
El Señor Jesucristo nos dice que “cuando oremos que no seamos como <LOS HIPOCRITAS>; porque ellos aman el orar en pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles, para ser vistos de los hombres; de cierto os digo que ya tienen su recompensa”.
Desafortunadamente este método de orar hipócritamente es el más ampliamente difundido dentro de las congregaciones. Por lo general, el que lleva en oración a la congregación, ora para impresionar al prójimo, con palabras bonitas y rebuscadas, para escuchar después los comentarios que lo tilden de espiritual, de una persona súper ungida.
Las personas que oran así en las congregaciones, en los aeropuertos, en las reuniones caseras, etc., según las palabras de nuestro Señor, no oran para ser OIDOS por los demás, sino PARA SER VISTOS por los demás. Una especie de “show” religioso donde se busca el aplauso y la admiración del respetable público.
La mayoría de los fracasos que experimentamos después que “supuestamente” hemos orado, provienen de la forma incorrecta en que oramos. Santiago afirma que no recibimos NADA porque pedimos MAL.
No estoy diciendo con esto, que no sea correcto orar en comunión con la congregación, sino que cuando oremos lo hagamos con un solo propósito, haciéndolo con la libertad que el Espíritu de Dios nos da y no atados al tiempo ni a las palabras que escuchamos a través de las bocinas.
Cuando la Iglesia entera ora unida, tiene que ser por un propósito en común, apartando las cosas personales, para las cuales siempre hay espacio y tiempo para exponérselas a Dios. Entre más sencillo sea nuestro lenguaje más agradaremos al Señor, aunque a los demás no les guste nuestra manera de orar SIN HIPOCRESIAS.-
¡SHALOM-BERAJOT!
By Juan F. Roa
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