Este es un testimonio para todos aquellos pastores que están, como el pastor Jorge Bogdan estuvo: Falto de Fe y de visión, dependiendo de lo que se ve y se palpa, no de la FE que es la certeza de lo que se espera, de lo que no se ve.- Hebreos 11:1.-
Hola, soy el pastor Jorge Bogdan, enviado como misionero a Rusia tras la caída del bloque soviético [del sistema socialista que imperaba]. Al llegar allí me encontré con el fenómeno que era demasiada grande la obra y los obreros muy pocos, por lo que me tocaba predicar muchas veces al día, en diferentes congregaciones.-
Un domingo después de predicar en una de las congregaciones se me acercó un hermano que también era misionero y me dijo: -Hermano Bogdan, quiero pedirle un favor, me toca salir de urgencia para mi país y tengo una congregación a dos horas de aquí que les he prometido dejarles un pastor. -Siempre nos reunimos los domingos después de la seis de la tarde y si usted pudiera hacerme el favor de atenderlos sería un gran alivio para mí y una gran alegría para ellos. –
Yo le respondí: -Bueno mi hermano, si ellos están dispuesto a esperarme después que termine aquí, pues con gusto iré. El hermano habló con la congregación y ellos aceptaron. Al siguiente domingo llegué un poco tarde y allí estaba la congregación TODA, ninguno se había impacientado, estaban esperándome con ansiedad y cuando me vieron llegar se pusieron muy contentos. Mi gran sorpresa fue que la CONGREGACION era de apenas SEIS PERSONAS, el más joven de todos ellos tenía al menos 80 años y el más viejito por lo menos sus 90. - ERAN SEIS ANCIANOS.
Bueno, ese día cantamos unas cuantas alabanzas y les prediqué la palabra de Dios y me despedí de ellos con la esperanza de encontrarnos el próximo domingo.- Y así fue, el siguiente domingo hicimos la misma rutina, pero al final del culto los “'viejitos" con cara de pocos amigos se me acercaron y me dijeron: -Pastor, queremos hablar con usted muy seriamente. Al comienzo me asusté y me dije: -Algo serio está pasando!. Entonces les dije, -Si díganme que pasa?
Uno de los más viejitos me dijo: -Pastor, queremos comprar un edificio para nuestra Iglesia. -¡Ah, eso era!, exclamé con cierto alivio... Yo les dije para no desanimarlos: -Bueno, está bien, y pensé, en mis adentros: -Estos viejitos están locos, para que quieren un edificio si ya están viejitos y además, SOLO SON SEIS; casi hago el intento para desanimarlos de su idea, pero guardé silencio y me despedí de ellos.
Al siguiente domingo, como siempre, después del culto los viejitos se me acercaron y dijeron: -Pastor ya encontramos el edificio y queremos que cuando usted pueda lo vayamos a ver. –Esta vez les dije, para desanimarlos de su idea: -Esta bien, pero, ¿para qué quieren un edificio si ustedes son solamente seis personas? y además dentro de poco tiempo marcharán a reunirse con el Señor?
Palabras más desanimadoras no pueden haber, pero…..Hermanos, !para que les dije eso! los viejitos inmediatamente me taparon la boca diciéndome: -¿Y quién le ha dicho que el edificio es para nosotros? NO, pastor, el edificio es para todos aquellos que vendrán después de nosotros.
Inmediatamente me dijeron, -Pastor, si usted tiene tiempo nos gustaría que fuéramos de una vez por todas a verlo. La verdad es que no me pude negar y pensé: -Bueno, voy con ellos a verlo, probablemente es UNA CASITA que ellos han imaginado que puede servir como edificio congregacional y fui con ellos
Me llevaron al centro de la ciudad, ya era de noche y las calles estaban vacías, pero no miraba ninguna casita por ningún lado, solamente grandes edificios, lo típico del centro de las ciudades grandes. De pronto, uno de los viejitos me dijo: -Estaciónese aquí, a la orilla de este edificio, y así lo hice. Nos bajamos del coche y noté que cada uno de los viejitos traía un galón de aceite de oliva en sus manos.
Entonces, uno de los viejitos me dijo: Hermano pastor, este es el edificio que hemos decidido comprar para la gloria del Señor. Hermanos..... Casi me desmayo de la impresión... era el Teatro de la ciudad, grande imponente, donde los artistas y orquestas más famosos del mundo se habían presentado. Descomunal, UNA MANZANA A LA REDONDA, totalmente construida.-
Mientras uno de los viejitos caminaba conmigo alrededor del edificio mostrándomelo, los demás estaban orando y ungiendo con aceite todo el contorno del edificio !UFFF! era impresionante y realmente estaba asustado de la idea loca que habían concebido aquellos seis viejitos, a los que ya estaba considerando que estaban fuera de sí, <desquiciados>. Hermanos, soy sincero, esa noche no pude dormir pensando en la idea descabellada de aquellos seis viejitos.
En la mañana, muy temprano del día siguiente [el lunes], fui donde el pastor, que era el coordinador de la Misión en Rusia, a pedirle un consejo al respecto y le conté con lujos de detalles lo que estaba pasando con los seis viejitos locos.- El hermano me dijo: -El problema es que usted siempre está hablando con los seis viejitos juntos y así no podrá convencerlos de que desistan de su aventura y de sus ideas locas, pero vaya y visítelos uno por uno, cada uno por separado y verá que los convence de que es una locura lo que están tratando de hacer.-
Siguiendo el consejo del hermano, al día siguiente, martes, salí muy temprano para visitar a uno por uno de los viejitos y así llegué a la casa del que parecía ser el líder entre ellos, el hermano Iván. Toqué la puerta varias veces y no me abrió, quise asomarme por el patio porque a lo mejor estaba allí y no me oía. Al acercarme escuché un ruido como de alguien que estaba trabajando y al asomarme miré que el hermano Iván estaba moldeando con una piqueta unas piedras algo grandes, que apilaba junto a otras que supuse le habían costado varios meses de trabajo labrarlas.
Llamé al hermano Iván y con una alegría desbordante me saludó y me abrazó; era evidente en su rostro la felicidad al verme. Cuando me dio la mano me fijé que ellas estaban callosas desgastadas y hasta sangrando. Entonces me dije: -Pobre el hermano Iván, seguramente él se gana la vida haciendo ese tipo de trabajo.
Inmediatamente quise saciar mi curiosidad y le pregunté: ¿Usted se dedica a labrar piedras hermano, es esa su profesión? Y el hermano me dijo: -No, pastor, esas son las piedras que he venido labrando desde hace varios años, para colocarlas en el altar de nuestra iglesia tal como dice la Biblia. ¡Ufff! -De nuevo el hermano me tapó la boca-. El viejito me preguntó: ¿Que anda haciendo por aquí? Y yo le mentí diciéndole: -Solamente andaba de paso y quise visitarlos para ver como están. Ya no me quedaron ganas de visitar a los otros cinco hermanos.- ¿Para qué?
El domingo que llegué para reunirme nuevamente con ellos, salieron al encuentro y uno de los viejitos me dijo: -Hermano Bogdan, tenemos un nuevo miembro en nuestra congregación, el hermano Boris, que acaba de regresar de los Estados Unidos y vino para quedarse. Esa misma noche durante el culto el viejito BORIS, nos contó parte de su testimonio diciéndonos que después de sesenta años de vivir en los Estados Unidos, el Señor le había dicho que regresara a su país natal, Rusia, porque su tiempo aquí en la tierra estaba ya casi por finalizar.-
Terminado el culto, nuevamente los hermanos me rodearon y me dijeron: Pastor, tenemos una gran noticia, hemos hablado con el Gerente del banco para ultimar los detalles para la compra del edificio, pero parece que no nos cree y quiere hablar con usted que es el pastor. Lógicamente, si yo que era el pastor no les creía, como les iba a creer una persona que ni siquiera era cristiana.- El viejito continuó diciendo.. -El miércoles hemos concertado una cita con el gerente y le hemos dicho que iremos con usted.-!Ay Dios! me dije, en que lío me han metido estos viejos locos.- ¿Y de dónde van a sacar el dinero para la compra del edificio? Me pregunté.-
El miércoles, temprano como de costumbre, llegué a reunirme con los viejitos para ir a la cita con el gerente del banco. Sinceramente, los nervios me traicionaban, no sabía ni siquiera lo que le iba a decir. Cuando llegamos la secretaria nos hizo pasar hasta la sala de conferencia y allí estaba el gerente esperándonos.
Después que nos sentamos, comenzó a darnos una reseña histórica- cultural del edificio, los personajes famosos que habían pasado por allí y al final, como todo negociante, nos dijo que el precio del edificio era la GANGA más grande que jamás podríamos haber encontrado.-
Yo iba a decirle al gerente, que en realidad la compra del edificio era demasiado para nosotros porque no contábamos con los fondos suficientes para hacerle frente a la gran posible deuda, pero uno de los viejitos se me adelantó preguntándole al gerente: ¿Y CUANTO VALE EL EDIFICIO? Nuevamente el gerente, como todo negociante dijo que el costo superaba el millón de dólares, pero como se trataba de nosotros y de nuestra iglesia y porque al dueño le urgía vender, lo dejaba en MEDIO MILLON DE DOLARES.- Tal vez en los Estados Unidos suene "barato", pero para los rusos, sobre todo en ese tiempo, que había colapsado su economía, era como que habláramos de veinte millones de dólares o más.-
Otra vez traté de intervenir para decir, que no había manera de comprarlo, pero esta vez el gerente se me adelantó diciendo: -Señores, no se preocupen, ustedes lo único que van a dar para la compra del edificio es el 10% de su valor y lo demás, el banco se los puede financiar con cómodas cuotas mensuales y de esa manera.........bla, bla, bla,...
-Quise decirle al gerente del banco, que aun así, era imposible para nosotros comprarlo, pero otro viejito se me adelantó diciendo: -¡No Señor Gerente, si lo compramos va a ser AL CONTADO.- Uffff, tragué grueso, nervioso y me dije -ESTOS VIEJOS EN VERDAD ESTAN LOCOS DE REMATE; nomás salgamos de aquí, después que el gerente nos haya echado por hacerle perder su valioso tiempo, y ya verán si no los pongo en disciplina de por vida a cada uno de ellos.
Me dispuse a pedirle al gerente que nos disculpara por haberle hecho perder el tiempo, pero de nuevo uno de los viejitos sacó un pañuelo grande que tenia amarrado y dijo: Bueno hermanos, aquí está mi aportación, todos los ahorros de mi vida... A él le siguió otro de los ancianos y dijo: -Esto es el producto de la cosecha de los árboles de manzana que desde hace varios años he venido a vender al mercado... Otro anciano hizo lo mismo.. y yo, más que todo por pena, me saqué todo lo que andaba en mis bolsillos y lo puse también en la mesa..
Ay, hermanos, cuando contamos el dinero no llegó ni a los diez mil dólares. Yo miraba la cara de enojo que tenía el gerente del banco y en el momento en que seguramente nos iba a echar de allí, habló el nuevo miembro de la congregación, el hermano Boris y dijo: -Hermanos, puesto que yo soy también miembro de esta congregación, no es justo que mis hermanos lo hayan dado todo y que yo no pueda participar, y a continuación preguntó: ¿Cuánto es lo que hace falta? –
!Dios mío!, casi me da un ataque al corazón, yo dije: -Otro viejo loco que seguramente se va a sacar un pañuelo amarrado con todos sus ahorros. El gerente dijo, -Bueno, ¡casi todo!.- Entonces el hermano Boris dijo: Espérenme aquí, no se muevan enseguida regreso. Allí estuvimos por casi una hora esperando al hermano Boris. Mientras yo me comía las uñas de los nervios que tenía y me tomaba como diez tazas de café, los viejitos charlaban alegremente haciendo planes para la futura iglesia.-
De pronto todos miramos al hermano Boris que entraba en el recinto con una maleta en sus manos. Al abrirla miramos que estaba repleta de miles de dólares.- El dijo que eso era producto de las ventas de propiedades que había adquirido en los más de sesenta años que estuvo en USA y que al venderlas trajo el dinero consigo a Rusia
El hermano Boris nos dijo a todos: AYUDENME A CONTAR. Hermanos pasamos casi toda la tarde contando y al final, sobró tanto dinero, que los siete viejitos comenzaron a planificar como los iban a invertir remodelando el edificio que acababan de comprar. Yo, por supuesto, me quedé con la boca callada. No decía nada.- Me estaba quebrando la cabeza, no acababa de comprender como habían sucedido todas las cosas.
Al despedirnos del gerente, el hermano Iván le dijo que estaba invitado para la inauguración, la cual sería en un mes más, a partir de ese día. El gerente del banco se comprometió diciendo que allí estaría. Los viejitos trabajaron con ahínco, junto con otras personas que habían contratado, remodelando el edificio y ellos personalmente prepararon el altar.-
Un día antes de la inauguración, uno de los viejitos me dijo: -Hermano Bogman, se nos había olvidado de que hay que sacar un permiso en la Alcaldía o de lo contrario no nos permiten llevar a cabo el evento.- Uno de los trabajadores que habían contratado al oír esto dijo: -Va estar difícil que el Alcalde les dé el permiso, pues es ATEO.- Yo enojado y nervioso regañé al viejito diciéndolo: -¿Como se le ocurre que a la hora llegada vamos a ir a pedir permiso, si la aplicación para ello, hay que llenarla varios días antes?
El viejito me respondió: -No se preocupe pastor, pediremos hoy mismo una audiencia con el señor alcalde y verá que todo saldrá bien.- Al llegar a las oficinas de la alcaldía, pedimos hablar con el Alcalde y para mi sorpresa nos recibió. Era un tipo fornido de casi siete pies de alto, cara dura y efectivamente ATEO, que se rió de nosotros diciéndonos, !Oh ustedes los cristianos creyendo que Dios existe!. Entonces el hermano Iván muy serio le dijo: -No se burle, porque hay un Dios que todo lo ve, todo lo puede y le ama a usted de una manera muy especial.
¡Santo! Dije a mi mismo, ahora sí que nos negaron el permiso, pero el Alcalde se sonrió y dijo: -Bueno les daré el permiso, solo por este fin de semana, pero, el lunes tienen que venir a llenar el papeleo que se necesita para echar y operar su iglesia.- El hermano aprovechó para invitarlo y el Alcalde le dijo: -Bueno, a lo mejor asisto, no sé si podré ir! El viejito le dijo con seguridad: USTED ESTARA ALLI
Como era día viernes y la inauguración del local era al día siguiente, ya había pensado que ibamos a estar con solamente ocho personas, tal vez nueve con el gerente del banco, si acaso llegaba; por tal razón le dije a los viejitos: -Hermanos, como somos muy pocos, invite a varios hermanos de otras congregaciones para que no estemos solos en el día de la inauguración. Inmediatamente me contestaron todos: ¿Para qué se molestó hermano? ¡Nosotros hemos invitado a TODA LA CIUDAD!
Llegó el sábado tan esperado, el día de la inauguración, y habían venido varios hermanos a los que yo había invitado, pero nos llevamos OTRA GRAN SORPRESA, pues, el local resultaba pequeñísimo ante la asistencia de tanta gente, que muchos estaban de pie. Subí a la tarima del púlpito, junto con dos pastores a los que había invitado, y desde allí podía observar todo lo que estaba sucediendo dentro del local. Pude ver, entre tanta gente, al Gerente del banco que nos había vendido la propiedad, y también al Alcalde, ambos estaban sentados en la primera fila.-
Cuando comenzamos el culto, hubo un derramamiento del Espíritu Santo y yo miraba que los siete viejitos corrían, saltaban y gritaban alabando el Nombre del Señor. De repente uno de los viejitos se le sentó en las piernas al Alcalde y después salió nuevamente corriendo alrededor del local. Pude ver al Alcalde que se puso ROJO, y pegó un gran salto, un hombre de casi siete pies de altura, que enseguida se subió a la tarima. Yo dije: Se acabó el avivamiento y el permiso, ahora sí que nos cierran el local, este hombre se ha puesto COLORADO de la vergüenza que ese viejo loco lo ha hecho pasar ante los demás.
Lo vi venir y tomándome de la camisa me dijo: -Hermano, dígale al viejito que se siente nuevamente en mis piernas, porque cuando se me sentó en mis piernas sentí un fuego que se introdujo dentro de mí, algo que jamás había sentido, yo quiero sentir más de eso, quiero volver a sentir lo que sentí cuando el viejito se me sentó en mis piernas.... Por favor hermano, -me decía zarandeándome de la camisa- Dígale al viejito que se siente nuevamente en mis piernas….. Algo similar estaba pasando con todas las personas a las que los viejitos tocaban, la Iglesia estaba inundada de la presencia del Señor Jesús. ¡Aleluya!
Todo esto fue posible sin haber pedido DIEZMOS a la congregación, pues los únicos que la formaban eran LOS SIETE ANCIANOS DE LA HISTORIA. Esto no es un cuento de ciencia ficción. Esto fue una realidad, para la Honra y la Gloria de Nuestro Señor Jesucristo.-
La palabra de Dios dice en Isaías 54:2-3: “Ensancha el sitio de tu tienda, y las cortinas de tus habitaciones sean extendidas; no seas escasa; alarga tus cuerdas, y refuerza tus estacas. Porque te extenderás a la mano derecha y a la mano izquierda; y tu descendencia heredará naciones, y habitará las ciudades asoladas”.
Esto ha sido una recopilacion de su hermano Juan F. Roa. quien conoció personalmente al pastor Jorge Bogdan.
¡LA PAZ DE CRISTO!
Hola, soy el pastor Jorge Bogdan, enviado como misionero a Rusia tras la caída del bloque soviético [del sistema socialista que imperaba]. Al llegar allí me encontré con el fenómeno que era demasiada grande la obra y los obreros muy pocos, por lo que me tocaba predicar muchas veces al día, en diferentes congregaciones.-
Un domingo después de predicar en una de las congregaciones se me acercó un hermano que también era misionero y me dijo: -Hermano Bogdan, quiero pedirle un favor, me toca salir de urgencia para mi país y tengo una congregación a dos horas de aquí que les he prometido dejarles un pastor. -Siempre nos reunimos los domingos después de la seis de la tarde y si usted pudiera hacerme el favor de atenderlos sería un gran alivio para mí y una gran alegría para ellos. –
Yo le respondí: -Bueno mi hermano, si ellos están dispuesto a esperarme después que termine aquí, pues con gusto iré. El hermano habló con la congregación y ellos aceptaron. Al siguiente domingo llegué un poco tarde y allí estaba la congregación TODA, ninguno se había impacientado, estaban esperándome con ansiedad y cuando me vieron llegar se pusieron muy contentos. Mi gran sorpresa fue que la CONGREGACION era de apenas SEIS PERSONAS, el más joven de todos ellos tenía al menos 80 años y el más viejito por lo menos sus 90. - ERAN SEIS ANCIANOS.
Bueno, ese día cantamos unas cuantas alabanzas y les prediqué la palabra de Dios y me despedí de ellos con la esperanza de encontrarnos el próximo domingo.- Y así fue, el siguiente domingo hicimos la misma rutina, pero al final del culto los “'viejitos" con cara de pocos amigos se me acercaron y me dijeron: -Pastor, queremos hablar con usted muy seriamente. Al comienzo me asusté y me dije: -Algo serio está pasando!. Entonces les dije, -Si díganme que pasa?
Uno de los más viejitos me dijo: -Pastor, queremos comprar un edificio para nuestra Iglesia. -¡Ah, eso era!, exclamé con cierto alivio... Yo les dije para no desanimarlos: -Bueno, está bien, y pensé, en mis adentros: -Estos viejitos están locos, para que quieren un edificio si ya están viejitos y además, SOLO SON SEIS; casi hago el intento para desanimarlos de su idea, pero guardé silencio y me despedí de ellos.
Al siguiente domingo, como siempre, después del culto los viejitos se me acercaron y dijeron: -Pastor ya encontramos el edificio y queremos que cuando usted pueda lo vayamos a ver. –Esta vez les dije, para desanimarlos de su idea: -Esta bien, pero, ¿para qué quieren un edificio si ustedes son solamente seis personas? y además dentro de poco tiempo marcharán a reunirse con el Señor?
Palabras más desanimadoras no pueden haber, pero…..Hermanos, !para que les dije eso! los viejitos inmediatamente me taparon la boca diciéndome: -¿Y quién le ha dicho que el edificio es para nosotros? NO, pastor, el edificio es para todos aquellos que vendrán después de nosotros.
Inmediatamente me dijeron, -Pastor, si usted tiene tiempo nos gustaría que fuéramos de una vez por todas a verlo. La verdad es que no me pude negar y pensé: -Bueno, voy con ellos a verlo, probablemente es UNA CASITA que ellos han imaginado que puede servir como edificio congregacional y fui con ellos
Me llevaron al centro de la ciudad, ya era de noche y las calles estaban vacías, pero no miraba ninguna casita por ningún lado, solamente grandes edificios, lo típico del centro de las ciudades grandes. De pronto, uno de los viejitos me dijo: -Estaciónese aquí, a la orilla de este edificio, y así lo hice. Nos bajamos del coche y noté que cada uno de los viejitos traía un galón de aceite de oliva en sus manos.
Entonces, uno de los viejitos me dijo: Hermano pastor, este es el edificio que hemos decidido comprar para la gloria del Señor. Hermanos..... Casi me desmayo de la impresión... era el Teatro de la ciudad, grande imponente, donde los artistas y orquestas más famosos del mundo se habían presentado. Descomunal, UNA MANZANA A LA REDONDA, totalmente construida.-
Mientras uno de los viejitos caminaba conmigo alrededor del edificio mostrándomelo, los demás estaban orando y ungiendo con aceite todo el contorno del edificio !UFFF! era impresionante y realmente estaba asustado de la idea loca que habían concebido aquellos seis viejitos, a los que ya estaba considerando que estaban fuera de sí, <desquiciados>. Hermanos, soy sincero, esa noche no pude dormir pensando en la idea descabellada de aquellos seis viejitos.
En la mañana, muy temprano del día siguiente [el lunes], fui donde el pastor, que era el coordinador de la Misión en Rusia, a pedirle un consejo al respecto y le conté con lujos de detalles lo que estaba pasando con los seis viejitos locos.- El hermano me dijo: -El problema es que usted siempre está hablando con los seis viejitos juntos y así no podrá convencerlos de que desistan de su aventura y de sus ideas locas, pero vaya y visítelos uno por uno, cada uno por separado y verá que los convence de que es una locura lo que están tratando de hacer.-
Siguiendo el consejo del hermano, al día siguiente, martes, salí muy temprano para visitar a uno por uno de los viejitos y así llegué a la casa del que parecía ser el líder entre ellos, el hermano Iván. Toqué la puerta varias veces y no me abrió, quise asomarme por el patio porque a lo mejor estaba allí y no me oía. Al acercarme escuché un ruido como de alguien que estaba trabajando y al asomarme miré que el hermano Iván estaba moldeando con una piqueta unas piedras algo grandes, que apilaba junto a otras que supuse le habían costado varios meses de trabajo labrarlas.
Llamé al hermano Iván y con una alegría desbordante me saludó y me abrazó; era evidente en su rostro la felicidad al verme. Cuando me dio la mano me fijé que ellas estaban callosas desgastadas y hasta sangrando. Entonces me dije: -Pobre el hermano Iván, seguramente él se gana la vida haciendo ese tipo de trabajo.
Inmediatamente quise saciar mi curiosidad y le pregunté: ¿Usted se dedica a labrar piedras hermano, es esa su profesión? Y el hermano me dijo: -No, pastor, esas son las piedras que he venido labrando desde hace varios años, para colocarlas en el altar de nuestra iglesia tal como dice la Biblia. ¡Ufff! -De nuevo el hermano me tapó la boca-. El viejito me preguntó: ¿Que anda haciendo por aquí? Y yo le mentí diciéndole: -Solamente andaba de paso y quise visitarlos para ver como están. Ya no me quedaron ganas de visitar a los otros cinco hermanos.- ¿Para qué?
El domingo que llegué para reunirme nuevamente con ellos, salieron al encuentro y uno de los viejitos me dijo: -Hermano Bogdan, tenemos un nuevo miembro en nuestra congregación, el hermano Boris, que acaba de regresar de los Estados Unidos y vino para quedarse. Esa misma noche durante el culto el viejito BORIS, nos contó parte de su testimonio diciéndonos que después de sesenta años de vivir en los Estados Unidos, el Señor le había dicho que regresara a su país natal, Rusia, porque su tiempo aquí en la tierra estaba ya casi por finalizar.-
Terminado el culto, nuevamente los hermanos me rodearon y me dijeron: Pastor, tenemos una gran noticia, hemos hablado con el Gerente del banco para ultimar los detalles para la compra del edificio, pero parece que no nos cree y quiere hablar con usted que es el pastor. Lógicamente, si yo que era el pastor no les creía, como les iba a creer una persona que ni siquiera era cristiana.- El viejito continuó diciendo.. -El miércoles hemos concertado una cita con el gerente y le hemos dicho que iremos con usted.-!Ay Dios! me dije, en que lío me han metido estos viejos locos.- ¿Y de dónde van a sacar el dinero para la compra del edificio? Me pregunté.-
El miércoles, temprano como de costumbre, llegué a reunirme con los viejitos para ir a la cita con el gerente del banco. Sinceramente, los nervios me traicionaban, no sabía ni siquiera lo que le iba a decir. Cuando llegamos la secretaria nos hizo pasar hasta la sala de conferencia y allí estaba el gerente esperándonos.
Después que nos sentamos, comenzó a darnos una reseña histórica- cultural del edificio, los personajes famosos que habían pasado por allí y al final, como todo negociante, nos dijo que el precio del edificio era la GANGA más grande que jamás podríamos haber encontrado.-
Yo iba a decirle al gerente, que en realidad la compra del edificio era demasiado para nosotros porque no contábamos con los fondos suficientes para hacerle frente a la gran posible deuda, pero uno de los viejitos se me adelantó preguntándole al gerente: ¿Y CUANTO VALE EL EDIFICIO? Nuevamente el gerente, como todo negociante dijo que el costo superaba el millón de dólares, pero como se trataba de nosotros y de nuestra iglesia y porque al dueño le urgía vender, lo dejaba en MEDIO MILLON DE DOLARES.- Tal vez en los Estados Unidos suene "barato", pero para los rusos, sobre todo en ese tiempo, que había colapsado su economía, era como que habláramos de veinte millones de dólares o más.-
Otra vez traté de intervenir para decir, que no había manera de comprarlo, pero esta vez el gerente se me adelantó diciendo: -Señores, no se preocupen, ustedes lo único que van a dar para la compra del edificio es el 10% de su valor y lo demás, el banco se los puede financiar con cómodas cuotas mensuales y de esa manera.........bla, bla, bla,...
-Quise decirle al gerente del banco, que aun así, era imposible para nosotros comprarlo, pero otro viejito se me adelantó diciendo: -¡No Señor Gerente, si lo compramos va a ser AL CONTADO.- Uffff, tragué grueso, nervioso y me dije -ESTOS VIEJOS EN VERDAD ESTAN LOCOS DE REMATE; nomás salgamos de aquí, después que el gerente nos haya echado por hacerle perder su valioso tiempo, y ya verán si no los pongo en disciplina de por vida a cada uno de ellos.
Me dispuse a pedirle al gerente que nos disculpara por haberle hecho perder el tiempo, pero de nuevo uno de los viejitos sacó un pañuelo grande que tenia amarrado y dijo: Bueno hermanos, aquí está mi aportación, todos los ahorros de mi vida... A él le siguió otro de los ancianos y dijo: -Esto es el producto de la cosecha de los árboles de manzana que desde hace varios años he venido a vender al mercado... Otro anciano hizo lo mismo.. y yo, más que todo por pena, me saqué todo lo que andaba en mis bolsillos y lo puse también en la mesa..
Ay, hermanos, cuando contamos el dinero no llegó ni a los diez mil dólares. Yo miraba la cara de enojo que tenía el gerente del banco y en el momento en que seguramente nos iba a echar de allí, habló el nuevo miembro de la congregación, el hermano Boris y dijo: -Hermanos, puesto que yo soy también miembro de esta congregación, no es justo que mis hermanos lo hayan dado todo y que yo no pueda participar, y a continuación preguntó: ¿Cuánto es lo que hace falta? –
!Dios mío!, casi me da un ataque al corazón, yo dije: -Otro viejo loco que seguramente se va a sacar un pañuelo amarrado con todos sus ahorros. El gerente dijo, -Bueno, ¡casi todo!.- Entonces el hermano Boris dijo: Espérenme aquí, no se muevan enseguida regreso. Allí estuvimos por casi una hora esperando al hermano Boris. Mientras yo me comía las uñas de los nervios que tenía y me tomaba como diez tazas de café, los viejitos charlaban alegremente haciendo planes para la futura iglesia.-
De pronto todos miramos al hermano Boris que entraba en el recinto con una maleta en sus manos. Al abrirla miramos que estaba repleta de miles de dólares.- El dijo que eso era producto de las ventas de propiedades que había adquirido en los más de sesenta años que estuvo en USA y que al venderlas trajo el dinero consigo a Rusia
El hermano Boris nos dijo a todos: AYUDENME A CONTAR. Hermanos pasamos casi toda la tarde contando y al final, sobró tanto dinero, que los siete viejitos comenzaron a planificar como los iban a invertir remodelando el edificio que acababan de comprar. Yo, por supuesto, me quedé con la boca callada. No decía nada.- Me estaba quebrando la cabeza, no acababa de comprender como habían sucedido todas las cosas.
Al despedirnos del gerente, el hermano Iván le dijo que estaba invitado para la inauguración, la cual sería en un mes más, a partir de ese día. El gerente del banco se comprometió diciendo que allí estaría. Los viejitos trabajaron con ahínco, junto con otras personas que habían contratado, remodelando el edificio y ellos personalmente prepararon el altar.-
Un día antes de la inauguración, uno de los viejitos me dijo: -Hermano Bogman, se nos había olvidado de que hay que sacar un permiso en la Alcaldía o de lo contrario no nos permiten llevar a cabo el evento.- Uno de los trabajadores que habían contratado al oír esto dijo: -Va estar difícil que el Alcalde les dé el permiso, pues es ATEO.- Yo enojado y nervioso regañé al viejito diciéndolo: -¿Como se le ocurre que a la hora llegada vamos a ir a pedir permiso, si la aplicación para ello, hay que llenarla varios días antes?
El viejito me respondió: -No se preocupe pastor, pediremos hoy mismo una audiencia con el señor alcalde y verá que todo saldrá bien.- Al llegar a las oficinas de la alcaldía, pedimos hablar con el Alcalde y para mi sorpresa nos recibió. Era un tipo fornido de casi siete pies de alto, cara dura y efectivamente ATEO, que se rió de nosotros diciéndonos, !Oh ustedes los cristianos creyendo que Dios existe!. Entonces el hermano Iván muy serio le dijo: -No se burle, porque hay un Dios que todo lo ve, todo lo puede y le ama a usted de una manera muy especial.
¡Santo! Dije a mi mismo, ahora sí que nos negaron el permiso, pero el Alcalde se sonrió y dijo: -Bueno les daré el permiso, solo por este fin de semana, pero, el lunes tienen que venir a llenar el papeleo que se necesita para echar y operar su iglesia.- El hermano aprovechó para invitarlo y el Alcalde le dijo: -Bueno, a lo mejor asisto, no sé si podré ir! El viejito le dijo con seguridad: USTED ESTARA ALLI
Como era día viernes y la inauguración del local era al día siguiente, ya había pensado que ibamos a estar con solamente ocho personas, tal vez nueve con el gerente del banco, si acaso llegaba; por tal razón le dije a los viejitos: -Hermanos, como somos muy pocos, invite a varios hermanos de otras congregaciones para que no estemos solos en el día de la inauguración. Inmediatamente me contestaron todos: ¿Para qué se molestó hermano? ¡Nosotros hemos invitado a TODA LA CIUDAD!
Llegó el sábado tan esperado, el día de la inauguración, y habían venido varios hermanos a los que yo había invitado, pero nos llevamos OTRA GRAN SORPRESA, pues, el local resultaba pequeñísimo ante la asistencia de tanta gente, que muchos estaban de pie. Subí a la tarima del púlpito, junto con dos pastores a los que había invitado, y desde allí podía observar todo lo que estaba sucediendo dentro del local. Pude ver, entre tanta gente, al Gerente del banco que nos había vendido la propiedad, y también al Alcalde, ambos estaban sentados en la primera fila.-
Cuando comenzamos el culto, hubo un derramamiento del Espíritu Santo y yo miraba que los siete viejitos corrían, saltaban y gritaban alabando el Nombre del Señor. De repente uno de los viejitos se le sentó en las piernas al Alcalde y después salió nuevamente corriendo alrededor del local. Pude ver al Alcalde que se puso ROJO, y pegó un gran salto, un hombre de casi siete pies de altura, que enseguida se subió a la tarima. Yo dije: Se acabó el avivamiento y el permiso, ahora sí que nos cierran el local, este hombre se ha puesto COLORADO de la vergüenza que ese viejo loco lo ha hecho pasar ante los demás.
Lo vi venir y tomándome de la camisa me dijo: -Hermano, dígale al viejito que se siente nuevamente en mis piernas, porque cuando se me sentó en mis piernas sentí un fuego que se introdujo dentro de mí, algo que jamás había sentido, yo quiero sentir más de eso, quiero volver a sentir lo que sentí cuando el viejito se me sentó en mis piernas.... Por favor hermano, -me decía zarandeándome de la camisa- Dígale al viejito que se siente nuevamente en mis piernas….. Algo similar estaba pasando con todas las personas a las que los viejitos tocaban, la Iglesia estaba inundada de la presencia del Señor Jesús. ¡Aleluya!
Todo esto fue posible sin haber pedido DIEZMOS a la congregación, pues los únicos que la formaban eran LOS SIETE ANCIANOS DE LA HISTORIA. Esto no es un cuento de ciencia ficción. Esto fue una realidad, para la Honra y la Gloria de Nuestro Señor Jesucristo.-
La palabra de Dios dice en Isaías 54:2-3: “Ensancha el sitio de tu tienda, y las cortinas de tus habitaciones sean extendidas; no seas escasa; alarga tus cuerdas, y refuerza tus estacas. Porque te extenderás a la mano derecha y a la mano izquierda; y tu descendencia heredará naciones, y habitará las ciudades asoladas”.
Esto ha sido una recopilacion de su hermano Juan F. Roa. quien conoció personalmente al pastor Jorge Bogdan.
¡LA PAZ DE CRISTO!
By Jorge Bogdan
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