En cierta ocasión, en un dia de Octubre de 1980, recién llegado a este país , iba conduciendo mi auto por la Calle Broadway de Los Ángeles, California, cuando al cruzar una calle, el semáforo se puso en amarillo y súbitamente cambió a rojo. Yo titubeé un poco y un policía ni corto ni perezoso, me dio una multa de 46.00 dólares.
Era un policía americano, que no hablaba español, así que no tuve chance de preguntar ni defenderme porque yo no hablaba inglés.- Estaba sin trabajo y el poco dinero que tenia, lo estaba ocupando para comer.
El policía se fue dejándome la multa y yo me quedé un buen rato estacionado a la orilla de la calle. Me sentía muy triste y las lágrimas brotaron de mis ojos, sobre todo, porque, prácticamente estaba solo, pues mi familia todavía estaba en mi país. El único consuelo que tuve fue invocar el Nombre del Señor y orando le pedí que me ayudara, porque realmente creí que el policía había sido injusto conmigo.
Había bajado mi cabeza y con lágrimas en mis ojos [que estaban cerrados] le oraba al Señor pidiéndole que por lo menos me diera ánimo para seguir adelante; pues lo único que se me ocurría en ese momento, era regresarme a mi país y estar al lado de mi familia, pero las cosas tampoco estaban muy buenas por allá.-
De repente abrí mis ojos y miré un papelito verde que el viento se lo llevaba por la calle, me bajé corriendo del auto y cuando lo recogí vi otro billete que el viento se lo llevaba y otro… y otro… y otro…. Yo corría detrás de ellos para recogerlos, sin poder contarlos. Finalmente cuando ya no miré ningún billete más, miré a todos lados buscando a la persona que a lo mejor se le habían caído, pero no miré a nadie, entonces empecé a contarlos y para mi sorpresa, eran exactamente los 46.00 dólares de la multa.-
Jamás en mi vida olvidaré ese tremendo milagro que para mí fue GRANDE en ese momento, dado la situación que estaba pasando. Gracias Señor Jesús, porque tu siempre tienes cuidado de tus hijos.-
!La Paz de Cristo!
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