Un día un campesino que era cristiano, creyente, llevaba una carga sobre sus espaldas, cuando un incrédulo le preguntó:
-¿Cómo sabe usted que es SALVO?
El Campesino por un momento lo ignoró y siguió caminando con la carga a cuestas. Un minuto después dejó caer al suelo la carga que llevaba y entonces le contestó al incrédulo preguntándole:
-¿Cómo cree usted que me he dado cuenta que ya no llevo la carga sobre mis espaldas, si aun no he visto hacia atrás?
-Eso es muy fácil saberlo –dijo el incrédulo- Lógicamente, si no siente el peso de la carga que llevaba sobre sus espaldas, es porque ya no la lleva encima. –terminó de decir el incrédulo-
-¡Exactamente! –contestó el campesino-. Por esa misma razón es que tengo la seguridad de que SOY SALVO, pues ya no siento sobre mí, LA CARGA DEL PECADO.- Porque Jesucristo ha tomado mi carga y me ha hecho DESCANSAR.-
¡La Paz de Cristo!
-¿Cómo sabe usted que es SALVO?
El Campesino por un momento lo ignoró y siguió caminando con la carga a cuestas. Un minuto después dejó caer al suelo la carga que llevaba y entonces le contestó al incrédulo preguntándole:
-¿Cómo cree usted que me he dado cuenta que ya no llevo la carga sobre mis espaldas, si aun no he visto hacia atrás?
-Eso es muy fácil saberlo –dijo el incrédulo- Lógicamente, si no siente el peso de la carga que llevaba sobre sus espaldas, es porque ya no la lleva encima. –terminó de decir el incrédulo-
-¡Exactamente! –contestó el campesino-. Por esa misma razón es que tengo la seguridad de que SOY SALVO, pues ya no siento sobre mí, LA CARGA DEL PECADO.- Porque Jesucristo ha tomado mi carga y me ha hecho DESCANSAR.-
¡La Paz de Cristo!
No hay comentarios:
Publicar un comentario