Durante la Fiebre de Oro en el Oeste de los Estados Unidos, muchas personas arriesgaron sus vidas, exponiéndolas a privaciones, calamidades, peligros de ser asaltados, devorados por animales salvajes, picados por serpientes y animales venenosos etc., pero ese era el riesgo que tenían que correr y el precio que pagar a cambio de obtener el precioso metal dorado.-
Todo comenzó con dos personas que salieron de una ciudad del estado de Montana, en busca de ese preciado metal, soñando con enriquecerse pronto, pero en el camino fueron interceptados por unos pieles rojas que les robaron sus caballos, los amenazaron de muerte si persistían en continuar su camino y no regresaban al lugar de donde habían venido.
De regreso, pasaron por un arroyo y queriéndose dar un baño y proveerse de agua potable, vieron que había unas piedras amarillentas que al romperlas y examinarlas, para su sorpresa, se dieron cuenta que… ¡Era Oro! Inmediatamente se olvidaron de las penurias que habían pasado y permanecieron allí por dos días, acumulando varias piedras que contenían ORO; y después fueron al pueblo más cercano para proveerse de alimentos y herramientas necesarias, y regresar para enseguida explotar el Gran Hallazgo.-
Ellos se habían comprometido a no divulgarle a nadie, bajo ninguna circunstancia, el secreto de su rico descubrimiento, pero sin notarlo, tras ellos venían a hurtadillas, más de trescientos hombres siguiéndoles los pasos. En cuanto llegaron al arroyo toda la gente que les seguía, también comenzó a sacar las riquezas que el rio contenía.
Los dos amigos se preguntaban ¿Quién ha divulgado el secreto? Era evidente que ninguno de ellos lo había hecho. La felicidad que había en sus rostros, los alimentos y las herramientas especificas para la explotación del oro, que habían comprado, los delataron ante la gente que los pudo observar cuando fueron al pueblo más cercano. No había necesidad de que le revelaran a alguien su secreto. La gente dedujo que algo grande se traían estos dos hombres entre manos.
Parecido a la historia de estos dos hombres, es la de los verdaderos creyentes, los que hemos creído en el Nombre del Hijo de Dios. ¿Cómo podemos mantener en secreto el descubrimiento de este Gran Tesoro llamado SALVACION, si nuestra manera de vivir, nuestra manera de ver las cosas, nuestra manera de pensar, nuestra manera de hablar y de actuar, nuestra manera de creer, es diferente a las de los demás?
Jesucristo dijo que “nosotros somos la luz del mundo”; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder. Ni se enciende una luz y se pone debajo de un almud, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en casa. Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos”. Mateo 5:14-16.-
Los apóstoles, que se suponía eran hombres sin estudios y sin aparente conocimiento o educación universitaria, no podían ocultar el secreto que los impulsaba a predicar la Palabra de Dios, el haber estado compartiendo con el REGALO MAS GRANDE que el mundo ha recibido de parte de El Padre Eterno: Su Hijo Jesucristo. [Juan 3:16]. “Entonces viendo el denuedo de Pedro y de Juan, y sabiendo que eran hombres sin letras y del vulgo, se maravillaban; y les reconocían que habían estado con Jesús”. Hechos 4:13.-
La Biblia dice que hemos sido sellados por el Espíritu de Dios, [Efesios 1:13], Y el que verdaderamente tiene el Espíritu de Dios no puede ocultarlo. Pablo dijo: “No me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree; al judío primeramente, y también al griego”. [Romanos 1:16].- Y el Señor Jesucristo dice: “Porque el que se avergonzare de mí y de mis palabras, de éste se avergonzará el Hijo del Hombre cuando venga en su gloria, y en la del Padre, y de los santos ángeles. Lucas 9:26.- ¡NO HAY EXCUSAS!
¡La Paz de Cristo!
Todo comenzó con dos personas que salieron de una ciudad del estado de Montana, en busca de ese preciado metal, soñando con enriquecerse pronto, pero en el camino fueron interceptados por unos pieles rojas que les robaron sus caballos, los amenazaron de muerte si persistían en continuar su camino y no regresaban al lugar de donde habían venido.
De regreso, pasaron por un arroyo y queriéndose dar un baño y proveerse de agua potable, vieron que había unas piedras amarillentas que al romperlas y examinarlas, para su sorpresa, se dieron cuenta que… ¡Era Oro! Inmediatamente se olvidaron de las penurias que habían pasado y permanecieron allí por dos días, acumulando varias piedras que contenían ORO; y después fueron al pueblo más cercano para proveerse de alimentos y herramientas necesarias, y regresar para enseguida explotar el Gran Hallazgo.-
Ellos se habían comprometido a no divulgarle a nadie, bajo ninguna circunstancia, el secreto de su rico descubrimiento, pero sin notarlo, tras ellos venían a hurtadillas, más de trescientos hombres siguiéndoles los pasos. En cuanto llegaron al arroyo toda la gente que les seguía, también comenzó a sacar las riquezas que el rio contenía.
Los dos amigos se preguntaban ¿Quién ha divulgado el secreto? Era evidente que ninguno de ellos lo había hecho. La felicidad que había en sus rostros, los alimentos y las herramientas especificas para la explotación del oro, que habían comprado, los delataron ante la gente que los pudo observar cuando fueron al pueblo más cercano. No había necesidad de que le revelaran a alguien su secreto. La gente dedujo que algo grande se traían estos dos hombres entre manos.
Parecido a la historia de estos dos hombres, es la de los verdaderos creyentes, los que hemos creído en el Nombre del Hijo de Dios. ¿Cómo podemos mantener en secreto el descubrimiento de este Gran Tesoro llamado SALVACION, si nuestra manera de vivir, nuestra manera de ver las cosas, nuestra manera de pensar, nuestra manera de hablar y de actuar, nuestra manera de creer, es diferente a las de los demás?
Jesucristo dijo que “nosotros somos la luz del mundo”; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder. Ni se enciende una luz y se pone debajo de un almud, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en casa. Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos”. Mateo 5:14-16.-
Los apóstoles, que se suponía eran hombres sin estudios y sin aparente conocimiento o educación universitaria, no podían ocultar el secreto que los impulsaba a predicar la Palabra de Dios, el haber estado compartiendo con el REGALO MAS GRANDE que el mundo ha recibido de parte de El Padre Eterno: Su Hijo Jesucristo. [Juan 3:16]. “Entonces viendo el denuedo de Pedro y de Juan, y sabiendo que eran hombres sin letras y del vulgo, se maravillaban; y les reconocían que habían estado con Jesús”. Hechos 4:13.-
La Biblia dice que hemos sido sellados por el Espíritu de Dios, [Efesios 1:13], Y el que verdaderamente tiene el Espíritu de Dios no puede ocultarlo. Pablo dijo: “No me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree; al judío primeramente, y también al griego”. [Romanos 1:16].- Y el Señor Jesucristo dice: “Porque el que se avergonzare de mí y de mis palabras, de éste se avergonzará el Hijo del Hombre cuando venga en su gloria, y en la del Padre, y de los santos ángeles. Lucas 9:26.- ¡NO HAY EXCUSAS!
¡La Paz de Cristo!
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