En los lugares donde todavía ...se usa la leña para prender el fuego y cocinar, la gente o alguien de la familia, por lo general la mamá o la abuela, [o la empleada si había] se levantan muy de mañana para encender el fuego y preparar el desayuno para todos, tanto para los que se dirigen al trabajo, a la escuela o se quedan en casa.
Yo recuerdo que a veces mi abuela no se sentía bien y nos mandaba a mí o a mi hermana a encenderlo. Durante el día, ella siempre estaba pendiente de que no se apagara y constantemente nos decía: “ve y atiza el fuego: o también: “ve y sopla el fuego”. Muchas veces se enrojecían nuestros ojos por el humo o que a veces lo respirábamos, pero era la única manera de mantener el fuego encendido durante el día.
Ya por la noche, mi tío, que siempre le gustaba tomarse su tacita de café antes de acostarse, [costumbre rara porque el café más bien quita el sueño], soplaba las brasas que aún quedaban y al final, él era el que se encargaba de apagarlo echándole las mismas cenizas, para volver a comenzar con la misma rutina al día siguiente.
El recuerdo de esta anécdota de mi vida me hace ver la analogía que hay entre la ORACION y el Fuego. El rey David escribió en el Salmo 5:3 “Oh YHWH, de “mañana” oirás mi voz; De mañana me presentaré delante de ti, y “esperaré”. Y el Señor Jesucristo en su naturaleza humana, nos dejó ejemplo para que sigamos sus pisadas. [1 Pedro 2:21]. En el Libro de Marcos 1:35 leemos que el Señor Jesús se levantaba muy de mañana, siendo aún muy oscuro, y se iba a un lugar desierto y allí ORABA.
Así como se enciende el fuego por la mañana para preparar los alimentos del día, de esa misma manera debemos de encender el fuego en el Altar que Dios ha puesto en nuestras vidas para que estemos preparados para las circunstancias que puedan presentarse “entre tanto que el día dura; la noche viene, cuando nadie puede trabajar. Juan 9:4.
¿A qué circunstancias me refiero? En el libro de Mateo 17:14-21 encontramos un vivo ejemplo de una de esas circunstancias que podría convertirnos en protagonistas: “Cuando llegaron al gentío, vino a él [Jesús], un hombre que se arrodilló delante de él, diciendo: Señor, ten misericordia de mi hijo, que es lunático, [epiléptico], y padece muchísimo; porque muchas veces cae en el fuego, y muchas en el agua. Y lo he traído a tus discípulos, pero no le han podido sanar.
Respondiendo Jesús, dijo: ¡Oh generación incrédula y perversa! ¿Hasta cuándo he de estar con vosotros? ¿Hasta cuándo os he de soportar? Traédmelo acá. Y reprendió Jesús al <demonio>, el cual salió del muchacho, y éste quedó sano desde aquella hora.
Viniendo entonces los discípulos a Jesús, aparte, dijeron: ¿Por qué nosotros no pudimos echarlo fuera? Jesús les dijo: Por vuestra poca fe; porque de cierto os digo, que si tuviereis fe como un grano de mostaza, diréis a este monte: Pásate de aquí allá, y se pasará; y nada os será imposible. Pero <este género> [de INCREDULIDAD], no sale sino con ORACION”. [la palabra ayuno no está en los manuscritos originales griegos].
En otras palabras le dijo: Es necesario encender el fuego TODOS LOS DIAS por la mañana, para que cuando tengamos que cocinar algo durante el día, solamente sea necesario ATIZARLO.
Marcos 9:25-26 nos dice que Jesucristo no hizo alarde ni escogió las palabras para impresionar a nadie, como muchos hacen cuando enfrentan estas cosas, simplemente dijo: “Espíritu mudo y sordo, yo te mando, sal de él, y no entres más en él. Entonces el espíritu, clamando y sacudiéndole con violencia, salió….
Volviendo a la analogía entre el fuego y la oración podemos decir que la oración es “el fósforo” que enciende por la mañana el fuego;[el ESPIRITU]; y hay que estar “atizándolo: para que no se apague.
Pablo en 1 Tesalonicenses 5:16-19 nos dice que: 1-Estemos siempre gozosos. 2-Que oremos sin cesar. 3-Dando gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús. 4-NO APAGUEMOS EL ESPIRITU.
“ORANDO en TODO TIEMPO con toda oración y súplica en <el Espíritu>, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos; [Efesios 6:18].
Al llegar la noche daremos gracias a Nuestro Señor Todopoderoso por las bendiciones que recibimos durante el día y diremos como el rey David: “En paz me acostaré, y asimismo dormiré; Porque solo tú, JESUS, me haces vivir confiado. Salmo 4:8.
¡LA PAZ DE CRISTO!
Yo recuerdo que a veces mi abuela no se sentía bien y nos mandaba a mí o a mi hermana a encenderlo. Durante el día, ella siempre estaba pendiente de que no se apagara y constantemente nos decía: “ve y atiza el fuego: o también: “ve y sopla el fuego”. Muchas veces se enrojecían nuestros ojos por el humo o que a veces lo respirábamos, pero era la única manera de mantener el fuego encendido durante el día.
Ya por la noche, mi tío, que siempre le gustaba tomarse su tacita de café antes de acostarse, [costumbre rara porque el café más bien quita el sueño], soplaba las brasas que aún quedaban y al final, él era el que se encargaba de apagarlo echándole las mismas cenizas, para volver a comenzar con la misma rutina al día siguiente.
El recuerdo de esta anécdota de mi vida me hace ver la analogía que hay entre la ORACION y el Fuego. El rey David escribió en el Salmo 5:3 “Oh YHWH, de “mañana” oirás mi voz; De mañana me presentaré delante de ti, y “esperaré”. Y el Señor Jesucristo en su naturaleza humana, nos dejó ejemplo para que sigamos sus pisadas. [1 Pedro 2:21]. En el Libro de Marcos 1:35 leemos que el Señor Jesús se levantaba muy de mañana, siendo aún muy oscuro, y se iba a un lugar desierto y allí ORABA.
Así como se enciende el fuego por la mañana para preparar los alimentos del día, de esa misma manera debemos de encender el fuego en el Altar que Dios ha puesto en nuestras vidas para que estemos preparados para las circunstancias que puedan presentarse “entre tanto que el día dura; la noche viene, cuando nadie puede trabajar. Juan 9:4.
¿A qué circunstancias me refiero? En el libro de Mateo 17:14-21 encontramos un vivo ejemplo de una de esas circunstancias que podría convertirnos en protagonistas: “Cuando llegaron al gentío, vino a él [Jesús], un hombre que se arrodilló delante de él, diciendo: Señor, ten misericordia de mi hijo, que es lunático, [epiléptico], y padece muchísimo; porque muchas veces cae en el fuego, y muchas en el agua. Y lo he traído a tus discípulos, pero no le han podido sanar.
Respondiendo Jesús, dijo: ¡Oh generación incrédula y perversa! ¿Hasta cuándo he de estar con vosotros? ¿Hasta cuándo os he de soportar? Traédmelo acá. Y reprendió Jesús al <demonio>, el cual salió del muchacho, y éste quedó sano desde aquella hora.
Viniendo entonces los discípulos a Jesús, aparte, dijeron: ¿Por qué nosotros no pudimos echarlo fuera? Jesús les dijo: Por vuestra poca fe; porque de cierto os digo, que si tuviereis fe como un grano de mostaza, diréis a este monte: Pásate de aquí allá, y se pasará; y nada os será imposible. Pero <este género> [de INCREDULIDAD], no sale sino con ORACION”. [la palabra ayuno no está en los manuscritos originales griegos].
En otras palabras le dijo: Es necesario encender el fuego TODOS LOS DIAS por la mañana, para que cuando tengamos que cocinar algo durante el día, solamente sea necesario ATIZARLO.
Marcos 9:25-26 nos dice que Jesucristo no hizo alarde ni escogió las palabras para impresionar a nadie, como muchos hacen cuando enfrentan estas cosas, simplemente dijo: “Espíritu mudo y sordo, yo te mando, sal de él, y no entres más en él. Entonces el espíritu, clamando y sacudiéndole con violencia, salió….
Volviendo a la analogía entre el fuego y la oración podemos decir que la oración es “el fósforo” que enciende por la mañana el fuego;[el ESPIRITU]; y hay que estar “atizándolo: para que no se apague.
Pablo en 1 Tesalonicenses 5:16-19 nos dice que: 1-Estemos siempre gozosos. 2-Que oremos sin cesar. 3-Dando gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús. 4-NO APAGUEMOS EL ESPIRITU.
“ORANDO en TODO TIEMPO con toda oración y súplica en <el Espíritu>, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos; [Efesios 6:18].
Al llegar la noche daremos gracias a Nuestro Señor Todopoderoso por las bendiciones que recibimos durante el día y diremos como el rey David: “En paz me acostaré, y asimismo dormiré; Porque solo tú, JESUS, me haces vivir confiado. Salmo 4:8.
¡LA PAZ DE CRISTO!
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